CJT59

… segundos en primavera…

– Me dijiste que trajera mi esencia. Y he venido, aquí estoy. Temía que no fuera suficiente y quería regalarte algo. Pensándolomucho, en realidad lo único que te puedo regalar es mi tiempo, aunque, por otra parte, es el mejor regalo que puedo hacer. Tuyo es, puedes hacer lo que quieras con él. – No había mentira en mis ojos, ni desafío, no había duda, ni tampoco miedo.

Entonces cogí ese reloj, mi reloj y te miré a través de él mientras la arena caía sin pausa. Me ibas a cambiar, ¿en quién me convertiría estando ese tiempo a tu lado? Me sonreíste y mi corazón se aceleró. Latidos de primavera que marcaban el ritmo en este reloj que lo único que quería era sentir más. Justo en ese instante, algo le pasó al tiempo. Todo empezó a moverse rápido, muy rápido a nuestro alrededor. En segundos el cielo empezó a oscurecerse. Atardecía a cámara rápida. Caía la noche sin esperar a nada ni a nadie. Ajena a todo. A nuestras pasiones, nuestras miradas, a ese mundo que habíamos empezado a crear. Qué le importaba a la noche las ganas que me mordían por descubrir a qué saben tus besos, ¿verdad? Y me perdí en tus ojos, tú y tus ojos marrón oscuro casi negro, deseando que el tiempo se detuviera en ellos. Cada vez más cerca, más cerca, más cerca…

– Rompamos los relojes, rompamos el tiempo.
– ¿Por qué?
– Porque quiero vivir en esta primavera, en tus ojos, en tus latidos. Para siempre.
– No…
– ¿No?
– No. Hay algo mejor. Dejar que la arena continúecayendo, que el tiempo siga pasando. Que sigamos viviendo.

Sonreíste. Muy muy despacio, sabiendo la fragilidad del tiempo que cogías entre tus manos le diste la vuelta a ese reloj. A mi reloj. Pidiendo una suerte de tregua aún le robaste una fracción de segundo: por fin, muy suave, muy dulce, me besaste.